miércoles, 12 de noviembre de 2014

ENCUENTRO TERAPEÚTICO

En el próximo Encuentro Terapéutico que realizaré el día 20 de noviembre, utilizaré el JUEGO como herramienta para experimentar, curiosear, inventar soluciones nuevas, etc.., al objeto de aprender, de conocer, de desarrollarse.

¿Te apetece jugar?

martes, 11 de noviembre de 2014

CORTAR CON EL ÁRBOL GENEALÓGICO

En algunas ocasiones, es necesario cortar los lazos familiares para poder sentirnos libres y al fin poder respirar. Pero es una de las situaciones más duras que las personas han de afrontar por el gran dolor que conlleva. Si no hemos sentido el amor de nuestros padres, se instaura en nosotros el vacío emocional que trataremos de llenarlo a toda costa. Lo que hay que entender es que lo que no nos dieron en su momento, nunca nos lo darán y el vacío solo puede llenarse a través del respeto y el amor hacia nosotros mismos. 


ALEJANDRO JODOROWSKY  nos habla de su historia personal invitándonos a reflexionar sobre nuestra propia situación.

 "Yo lo hice: me fui de Chile a los 23 años y nunca más volví a ver a mi familia. Eran seres tóxicos. Yo podría haber caído en la trampa que nos exige amar a los padres sean lo que ellos sean. El instinto gregario nos hace desear, cuando los antepasados son imperfectos, quedarnos toda la vida atados emocionalmente a ellos pidiéndoles que nos den lo que hubieran debido darnos… Cortar con el árbol genealógico es un acto heroico, que no recomiendo a las almas débiles. Gran cantidad de veces, cuando leo el Tarot, me encuentro con adultos que por no haber resuelto sus sufrimientos infantiles, siguen pegados a la ilusión de que sus padres algún día van a comprenderlos y amarlos, sin querer darse cuenta de que lo que no les dieron cuando niños, nunca se lo darán. Cortar con ellos y buscar el amor en otras fuentes parece fácil cuando se dice, pero en la realidad, el individuo se aferra a sus raíces, como si de ellas dependiera su existencia. Encontrarse de pronto libre de todos esos lazos neuróticos nos coloca en un angustioso vacío. Es entonces cuando, con voluntad heroica, debemos construirnos una nueva vida, aérea, sin posibilidad de regreso, sin identidad egoístamente personal, sin una patria reducida a fronteras, perteneciente al planeta entero, libre del pasado, navegando hundido en el presente, obedeciendo a la mutación que intenta el futuro y creando, si es posible, una familia iluminada y libre".

Reflexión de Lola Márquez Navarro:

"Yo intenté irme hace unos años, para sanar, en un proceso durísimo pero absolutamente necesario, después de un tiempo hubo un acercamiento, buscando lo que me habían negado cuando era una niña, conseguí provocar más la ira de aquellos que no han podido de nuevo manipularme, durísimo está siendo el final. pero tengo que dar las gracias porque sobrellevo la situación con bastante más estabilidad de la que hubiera sido capaz antes de empezar a trabajar psicológicamente.

 Gracias Rosa por dejarme en tan buenas manos, aunque eso ha supuesto una nueva pérdida, ha sido generoso por tu parte.Gracias Nurí, mil veces te daré las gracias por acompañarme en el camino, por tu apoyo y amor."

lunes, 10 de noviembre de 2014

ESCRIBIR COMO TERAPIA

Escribir es una de las herramientas que aconsejo a mis pacientes cuando tienen que afrontar una situación emocionalmente conflictiva y, por tanto, dolorosa que está afectando a su estado físico y psicológico.

El hecho de escribir lo que piensas y sientes contribuye a fijar la atención en lo que está provocando ese malestar y poder sentirlo ya que anteriormente se estaba evitando.

Es cierto que al principio cuesta expresar las emociones negativas pero al cabo del tiempo esta práctica les permite asimilar el conflicto pudiendo sentir lo que más temían.

También es un buen ejercicio porque ayuda a canalizar la creatividad y a la vez potenciarla lo que va a permitir una mejora en la autoestima.

El texto que presento a continuación, es un ejercicio recomendado para afrontar el vacío que provoca la incomprensión y la profunda soledad que esto conlleva.

"Dicen (Dije) de mí"

"Dicen (Dije) de mí que soy una amalgama de bagajes, problemas y traumas; un conjunto de inseguridades, vacíos y padres ausentes. Y es que he podido ser todas las etiquetas que haya podido adoptar cómo certeza para evitar mi realidad. Y es que he asumido muchas percepciones (ajenas o propias) para evitar ver el verdadero origen del dolor.

No soy partidario de este tipo de imposturas, sin embargo, asumo cuan dura es la senda que conduce a nuestra esencia. Muchas personas, entre las cuales he creído estar incluidos en momentos, no quieren afrontar esto, ya que implica enfrentar todo el vacío, sufrimiento y frustración que hemos acumulado a lo largo de los años.

Esto no es nada más y nada menos, que un grito de rebeldía. Por eso quiero decir(me) que no nos enjaulemos por mucho que los barrotes parezcan de oro, ya que la sociedad ya es bastante represiva. Aprendamos a concedernos el disfrutar, crecer y conocernos; que sentir, sea bueno o malo, es algo maravilloso; basta de ser carceleros de nuestra felicidad, tiranos de nuestra esencia; y así, dejando atrás el peso que hemos acumulado, poder volar. Porque, no se vosotros, yo no estoy hecho para andar entre el gentío."

Gonzalo Navarro Ruíz

sábado, 8 de noviembre de 2014

"AMADO EGO"

"Amado Ego:

Empiezo llamándote amado porque aunque siempre te he rechazado, formas parte de mí, y eso significa amarte, con tus pros y tus contras, con tus defectos y virtudes, que sé que están ahí, en algún rincón de ti.

Siempre te he escuchado en voces ajenas, en mis delirios y castigos, fustigándome sin piedad, subestimando mi esencia y dándome palos al alma constantemente. A pesar de ello, quiero disculparme contigo, sé que no eres culpable de ello.

Tan solo eres el resultado de una enajenación mental colectiva y familiar, que simplemente cumple la misión de transmitir un mensaje muy concreto para que se perpetúe y no se pierda jamás. Y te admiro por el brillante desempeño de tu trabajo, pero siento decirte que no soy la destinataria que esperabas.

Yo rebato tus argumentos, te hago preguntas y te empeñas en darme unas respuestas sumamente válidas desde tu punto de vista, pero no desde el mío. Me generas unos pensamientos con los que no somos acordes, que chocan y que por tanto, permanecen en lucha constante desde que tengo uso de razón. Y me duele.

Y supongo que también debe ser duro para ti, quizás no estés acostumbrado a que nadie te arrebate la palabra y ponga en duda tus sentencias. Debe ser extraño para ti que den la vuelta a tus conclusiones, que te reten. Por eso te enfureces y me matas cada vez que yo intento matarte a ti. Y me duele aún más.

No tiene sentido esta lucha sin cuartel que nos hemos propuesto. Te he insultado, vejado y odiado muchísimo por intentar y en ocasiones conseguir inyectarme tu legado bajo la piel, hacerlo tan creíble de forma que toda la vida ha corrido por mis venas.

Y como parte de mi sangre y de mí, seguir insultándote es seguir alimentando una guerra que me hace daño, porque a la que humillo es a mí misma. Me duele y me enfurece. Y vuelta a empezar, y así nunca cesaremos de odiarnos. Y lo peor es que el dolor que nos provocamos se incrementará con el tiempo y las heridas pueden ser altamente destructivas.

Creo que es sano y bueno para ambos finalizar con esta situación. Probablemente y aun así, siga recibiendo gran parte de tus mensajes, comprendo que es tu misión, y estás programado para ello, por eso entenderé que lo hagas, y agradeceré que me lo digas porque me estarás empujando una vez más a seguir creciendo.

Me he dado cuenta que matarte es matarme, y no quiero eso. Eres necesario, eres el detonante que me hace ver cuando voy por la vía correcta o la equivocada, y es más, diría que eres un guía. Porque sin darnos cuenta, me has ido llevando a ver y elaborar mis propias conclusiones, las mías, las genuinas, no las inculcadas. Pero estábamos tan ocupados peleando, que ni nos hemos percatado de lo benigno de tu misión, centrándonos solo en el caos, el dolor y el odio.

Al igual que mi esencia, quizás necesites que te acaricien, que te mimen y por supuesto, que te amen. Tal como eres, con lo que inculcas y predicas, aunque sea contradictorio a mí ser esencial. ¿Quién ha dicho que para llevarse bien había que estar de acuerdo en todo?
Por eso, no sólo te propongo una tregua. Te propongo algo mejor: el final de las rencillas y el comienzo de una bonita amistad.

Quizás seas reacio a ello, pero mi esencia está dispuesta a tenderte la mano sin pedirte nada a cambio. Y te aseguro que no te va a fallar, porque está llena de lealtad. Y si no te hacemos daño, estoy convencida de que tú tampoco nos lo harás. Nos apoyaremos mutuamente, y quién sabe, podemos lograr algo muy bello entre los dos.

Recapacita, mi cuerpo es tu cuerpo, es nuestro templo y también sufre. Decae, se agota y enferma, y a ambos nos perjudica. Somos ying y yang, tierra y cielo, y mi querido ego, tu oscuridad es absolutamente necesaria para que mi luz brille. No puede existir luz sin oscuridad ni paraíso sin infierno. Son complementarios y van cogidos de la mano.

Por eso, te ofrezco mi mano, mi luz y mi cielo para que nuestro infierno conviva en paz en nuestro paraíso. Gracias, porque ahora que he sacado mis sentimientos más honestos, siento que te aprecio, no quiero atacarte ni reprimirte absolutamente nada. Me siento más completa y serena. Y sé que tú también, pues al fin y al cabo, formamos parte del mismo ser.

Y como parte del mismo ser, no tiene sentido ser enemigos. Hagámonos aliados para así dejar de luchar y empezar a compartir y a convivir.

Te mando mi respeto y mi cariño, querido ego."

Gema.

viernes, 7 de noviembre de 2014

MENTIR AFECTA NEGATIVAMENTE A LA SALUD FÍSICA Y MENTAL

FALTAMOS A LA VERDAD ONCE VECES POR SEMANA

Dolor de cabeza, problemas de garganta, estrés y tristeza. Estos son los efectos para la salud, tanto física como mental, de no decir la verdad, según concluye un estudio dirigido por la profesora de Psicología de la Universidad de Notre Dame (Indiana) Anita Kelly.
La honestidad no solo es sinónimo de buenos valores, sino de una buena salud: Decir la verdad mejora la calidad de las relaciones personales y estas, a su vez, mejoran la calidad de vida”, como ya se había demostrado en otros estudios psicológicos, según explicaba la investigadora durante la presentación de los resultados en el congreso anual de la American Psychology Association.
Las mentiras están relacionadas con la segregación de las hormonas causantes del estrés, el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Unos procesos que reducen los anticuerpos para combatir las infecciones en sangre y que, si se prolongan en el tiempo, acaban causando desde dolores de espalda y cabeza, hasta problemas menstruales e incluso infertilidad. La tensión está detrás de estos problemas de salud que la profesora de Comportamiento Organizacional en la Universidad de Chicago Linda Stroh explica porque “uno pasa mucho tiempo planeando la mentira y luego manteniéndola. Si no imagínese que va a mentir a su jefe o a su novia y vea cómo se le tensionan los hombros, el estómago y el resto del cuerpo”.
Para construir una mentira, continúa la autora del manual de referencia Trust Rules,“se necesita una gran cantidad de energía física y mental”, por lo que recomienda que “debemos pensar lo que vamos a decir antes de responder. Si no lo hacemos, perderemos un tiempo precioso tratando de ir tapando huecos, en lugar de emplearlo de manera positiva y constructiva”.
La honestidad, el camino hacia el bienestar
El estudio de la profesora Kelly se basó en una muestra de 110 participantes, a los que se les hizo un seguimiento de su estado de salud durante diez semanas. En un principio se le pidió a la mitad de los participantes que no mintiesen durante el periodo de estudio, es decir que no hiciesen ninguna afirmación falsa, aunque sí se les permitía guardar secretos o eludir preguntas comprometidas. Al resto de participantes no se les pidió tomar ninguna actitud en concreto, aunque se les pidió luego que diesen cuenta de las mentiras que había dicho. Una información que se contrastó mediante la prueba del polígrafo.
El resultado fue que los miembros del grupo a los que se les pidió no faltar en ningún momento a la verdad sintieron cómo mejoró significativamente su estado de salud, mientras que empeoró entre los participantes del otro grupo. Más concretamente, cuando se comparó el número de mentiras con el número de quejas por motivos de salud, se demostró que coincidían casi en el cien por cien de los casos. Según este estudio, el promedio de mentiras por semana es de 11.
En las conclusiones del estudio se evidencia asimismo la dificultad que supone para las personas mentirosas abandonar esta insana costumbre, dado que los participantes en la investigación sólo fueron capaces de reducir una mentira por semana. “En el día a día, simplemente consiguieron dejar de exagerar sus logros, evitar caer en excusas inventadas, y decir medias verdades en lugar de mentiras”, explica Kelly. Unas conclusiones similares a las que apunta el psicoterapeuta Brad Blanton en su best-seller Radical Honesty, para quien decir la verdad es la mejor forma de reducir el estrés, mejorar la calidad de vida y superar los problemas del pasado

sábado, 1 de noviembre de 2014

ENCUENTROS TERAPEÚTICOS

El objetivo principal de esta actividad que realizo de forma regular cada 15 días, es ofrecer al grupo, mediante el JUEGO, la oportunidad para aprender desde nuevos enfoques que les permita desarrollar y extender sus capacidades a diferentes contextos, dando un paso más hacia un desarrollo pleno, armónico e integral.

Una oportunidad también para co-crear un mundo diferente, actuando en nuestra realidad cotidiana desde nuevos paradigmas que alientan un diferente modo de pensar, un diferente modo de ser, más humano, más saludable dando más sentido a nuestra vida, mejorando nuestra comprensión del mundo y de la realidad. Una oportunidad para enriquecer y dar mayor bienestar a nuestras vidas.

El juego y la experimentación hacen que se desarrollen nuevos recursos y nuevas habilidades, por el hecho de ser juego: de experimentar, sin una meta concreta, con el solo objetivo de experimentar, de jugar.

Porque, para muchos de nosotros, convertirse en adultos ha implicado "atrofiar" muchas de las facultades potenciales que teníamos de niños, facultades que se hace necesario recuperar y desarrollar, en el espacio adecuado, para adquirir una cierta integridad natural que permita enfrentar con garantías los desafíos actuales.

Gracias a tod@s por vuestra participación.

jueves, 30 de octubre de 2014

8 ERRORES QUE DEBEMOS EVITAR CON NUESTROS HIJOS

¿Deseamos que nuestros hijos no sufran depresión, ansiedad, rabia, relaciones familiares tensas, problemas con sus amigos, autoestima baja y conflictos emocionales a lo largo de su vida? La psicóloga Sherrie Campbell nos habla de estas ocho formas de equivocarnos con ellos:


1. Ignorar o minimizar los sentimientos de tu hijo. Si tu hijo manifiesta tristeza, enfado o miedo y tú te burlas de él, lo humillas, lo ignoras o te ríes, estás minimizando sus sentimientos. Básicamente, le estás diciendo que lo que siente está mal. Cuando haces esto, frenas el amor de tus hijos y pierdes oportunidades para crear ese vínculo que les haga saber que sus padres les quieren de manera incondicional.


2. Falta de consistencia en las normas. Si nunca hablas con tus hijos sobre lo que esperas de ellos, nunca sabrán cómo comportarse de forma apropiada. Los niños tratan de estar al nivel de tus expectativas. Tus pautas les proporcionan las claves y los límites que les ayudan a definir quiénes son, si lo hacen bien o mal. Si no dejas las cosas claras, tu hijo pensará que la vida es algo indefinido y empezará a buscar sus propios límites, lo que hará que baje su autoestima y que tenga problemas de comportamiento.


3. Tratar a tu hijo como a un amigo. Nunca compartas todas tus preocupaciones y tus problemas con tu hijo, ni le pidas consejo. Si te muestras desamparado y derrotado ante tus hijos, nunca aprenderán a respetarte y te tratarán como a un igual o a alguien inferior, pues sentirán que los utilizas como terapia. Debes demostrar a tus hijos que puedes hacer frente a los problemas y a los retos, manejar el estrés en tu vida y salir del túnel. Sé espontáneo y muestra tus emociones, pero no sobrecargues a tus hijos.


4. Menospreciar al otro progenitor. Si no manifiestas afecto y amor hacia tu pareja delante de vuestro hijo, el niño no desarrolla ese barómetro que le indica lo que es el amor o a qué se parece. Si desprecias a tu pareja y la rechazas, amenazando con el divorcio, creas un estado crónico de ansiedad en tu hijo. Si ya estás divorciado y te mantienes frío, distante, crítico y enfadado con tu ex, estás enviando a tu hijo el sutil mensaje de que tu ex es la causa del divorcio y de que tú tienes que ser su mamá o papá favorito. Esto es alienación parental.


5. Castigar la independencia y la separación. Cuando castigamos a nuestros hijos por madurar, les hacemos sentir culpables por tener necesidades y deseos normales en su desarrollo, lo que a menudo les provoca inseguridad, rebeldía y otros comportamientos que acaban incapacitándolos para desconectar y ser ellos mismos.


6. Hacer de tu hijo una prolongación de ti mismo. Si, como padre o madre, asocias tu propia imagen y tu valía a la apariencia de tu hijo, a su carácter, a sus habilidades y hasta a sus propios amigos, le estás haciendo entender que le quieres por lo que tiene, y no por lo que es. Esto hará que ellos busquen agradar en lugar de emprender, y que siempre estén preocupados por si son o no lo suficientemente buenos.


7. Entrometerte en las relaciones de tus hijos. Dirigir cada acción de tu hijo en lo que a relaciones se refiere (ya sea con amigos o con profesores) inhibe su madurez. Por ejemplo, si tu hijo se mete en un lío en la escuela y tú vas inmediatamente a hablar con el profesor para arreglarlo, o estás constantemente diciéndole cómo tratar a sus amigos, el niño no aprenderá a manejar por sí mismo los aspectos más complejos de sus relaciones.


8. Sobreprotección. Cuando protegemos a nuestros hijos frente a todo problema o emoción, hacemos que crezca su autoestima y que piensen que tienen derecho a todo, cruzando a veces la línea del narcisismo. Esperan que la vida sea más fácil de lo que es y quieren todo para ellos, independientemente de cómo sea su comportamiento. Luego podrán deprimirse y confundirse cuando no obtengan lo que creen que se merecen.

viernes, 24 de octubre de 2014

"PARA NURIA, TESTIGO CÓMPLICE DEL ALMA"

"Una realidad aplastante, 
tanto que ahoga.
Agresiones verbales,
Agresiones físicas, leves,
pero igualmente dañinas.
Agresiones emocionales: Chantajes, Manipulaciones...
El estado de confusión permanente se creó en mi.
¿Quién era? ¿Qué hago?
¡No siento! ¡No puedo sentir! ¡No me permiten sentir!
Hago cosas que no quiero
para que te quedes conmigo.
Hago lo que tú quieres.
No lo pienso, no me lo planteo,
porque si pienso, existo
y te vas de mi lado.
Dejas de quererme.

Y apareció, porque ya estaba.
Mi compañera, testigo cómplice de mi alma.
Susurrándome amor,
mostrándome su respeto, y comprensión.
Aunque me duele,
porque todo duele cuando aprendes a ser humillada,
su honestidad traspasaba los muros del miedo.
La niña interior sentía que por primera vez,
otro ser humano, se paraba a verla,
a escucharla y a amarla.

Gracias, amiga, por ayudarme a sentirme.
Gracias, por ayudarme a ver la realidad tan aplastante.
Gracias por darme tu mano, tus miradas,
tu abrazo emocional y tan reconfortante.

Y, aún sin verme, sé que te amo.

Tus miradas, tus palabras... tus actos,
me han servido de guía
para comprender dónde anida mi alma.
Después de tanto sufrimiento,
siento que soy mi referente,
aunque mi inconsciente
me chantajee, se burle de mí,
sabiendo el dolor que siento,
sabiendo la soledad que siento.

Me siento sola, pero no lo estoy.
Me siento estúpida, pero no lo soy.

Gracias por ayudarme a verlo,
sigo trabajando para sentirlo.
En ocasiones siento mi grandeza,
y me asusto.
Otras, siento alivio.
E instante por instante voy concibiendo
por qué ha sucedido esto.
Por qué me han agredido tanto.
Por qué lo he permitido.

Y tus palabras vienen a mí como bálsamos sanadores.
"Ha sucedido esto porque son pobres,
porque no sabían verte."
"Te han agredido tanto porque les ponías de manifiesto su propia mediocridad."
"Lo has permitido por búsqueda desesperada de amor y aceptación."
"Porque sentir que no te aman es terrible."
"Porque sentir que eres culpable de ello es dolorosísimo."
"Porque te sientes culpable de sentirte sola."
"No eres culpable." No soy culpable.

Tus palabras aliviadoras acarician mi alma.
La niña interior, de pronto, se siente amada.
Y te da las gracias.
Tú eres esa compañera que tanto busqué.
Esa amiga por la que tanto lloré.
Que con sus actos me abrigaba.
Tú eres ese ser amado que tanto
quise a mi lado.
Gracias por existir.

Bendigo tu verdad porque te ha hecho ser como eres.
Te bendigo por el amor que das al mundo.
Mi niña interior, te bendice con ternura.
GRACIAS desde la profundidad de mi alma."


Rhodéa Velilla Saavedra

"¡SIGO!, GUIADA POR EL FARO DE MI ALMA"

"En el acto desgarrador
de la incoherencia manifiesto de madre,
el dolor se muestra
como arma asesina.
La búsqueda incesante de la vida
se unifica a la muerte.
¿Dónde anida el amor?
El espejo es fiel reflejo del dolor.

Confusión permanente con heridas en el alma,
con las señales tatuadas a mis huesos
quisiera arrancar a pedazos el dolor.

A filo de cuchilla mi alma llora.
El ser esencial, abrigado con la sabiduría del cosmos,
grita: "¡Para! Yo sé lo que te espera. ¡No lo hagas!"
No me pidas que me quede.
"No te lo pido, es lo que quieres"

Mi niña llora, la vida que le rodea le desgarra.
Vuelve a parar, una, dos y hasta tres veces.

Al filo de la vida,
al filo de la muerte,
porque ambas proceden
del momento presente,
Decido seguir.
Decido vivir,
aunque este instante
el vivir venga acompañado de muerte;
Elijo la vida.

El desgarro me atrapa.
¡Intensos días de dolor me esperan!
En el llanto de la tristeza,
siento el ser de mi interior que me alienta."

Rhodéa Velilla Saavedra.

"¿DÓNDE ANIDA EL AMOR?"

"En el acto desgarrador
de la incoherencia manifiesto de madre,
el dolor se muestra
como arma asesina.
La búsqueda incesante de la vida
se unifica a la muerte.
¿Dónde anida el amor?
El espejo es fiel reflejo del dolor.

Confusión permanente con heridas en el alma,
con las señales tatuadas a mis huesos
quisiera arrancar a pedazos el dolor.

A filo de cuchilla mi alma llora.
El ser esencial, abrigado con la sabiduría del cosmos,
grita: "¡Para! Yo sé lo que te espera. ¡No lo hagas!"
No me pidas que me quede.
"No te lo pido, es lo que quieres"

Mi niña llora, la vida que le rodea le desgarra.
Vuelve a parar, una, dos y hasta tres veces.

Al filo de la vida,
al filo de la muerte,
porque ambas proceden
del momento presente,
Decido seguir.
Decido vivir,
aunque este instante
el vivir venga acompañado de muerte;
Elijo la vida.

El desgarro me atrapa.
¡Intensos días de dolor me esperan!
En el llanto de la tristeza,
siento el ser de mi interior que me alienta."

Rhodéa Velilla Saavedra.

"CARTA DE UN VIAJERO"

"Que oscura resulta la soledad, amarga compañía en esta travesía hacia el centro...

Tirado en la playa veo cuantas naves ardieron, cuantas personas (entre las que me incluyo) pasaron, dejando mi cuerpo a merced de las gaviotas. Como si de Robinson Crusoe se tratase, sobreviví alimentándome de los restos de otros náufragos.

Ignorándome, busqué hacerme una balsa con caricias vanas y promesas vacías. Nada servía si no conseguía un sextante de esperanza para marcar el rumbo en el mar de la desesperación.

Y justo cuando estaba a punto de darme por vencido, recordé el verdadero motivo de abandonar la isla: Ser feliz. Gracias a esa epifanía os escribo esto desde alta mar, subido en mi velero de valor y amor a mi mismo. No desesperéis, que el día que menos esperéis, podremos festejar mi regreso a tierra. 

Un saludo de este náufrago convertido en marinero."

Gonzalo Navarro Ruíz

miércoles, 22 de octubre de 2014

PSICOLOGÍA DE LA POSIBLE EVOLUCIÓN DEL HOMBRE

"(....) Nuestra idea fundamental va a ser que el hombre, tal como lo conocemos, no es un ser completo, que la naturaleza lo desarrolla sólo hasta un cierto punto y que luego lo deja, para que siga desarrollándose por sus propios esfuerzos e iniciativas, o vivir y morir tal cual nació, o degenerar y perder su capacidad de desarrollo.

En este caso, la evolución del hombre querrá decir el desarrollo de ciertas cualidades y rasgos interiores que generalmente permanecen sin crecer y que no pueden desarrollarse por sí solos.

La experiencia y la observación muestran que ese desarrollo es posible sólo en ciertas condiciones determinadas, con esfuerzos de cierta clase por parte del hombre mismo, y con ayuda suficiente de aquellos que comenzaron antes un trabajo similar y que ya han obtenido un cierto grado de desarrollo, o por lo menos cierto conocimiento de los métodos.

Tenemos que comenzar con la idea de que sin esfuerzos es imposible la evolución, sin ayuda, igualmente, es imposible.

Después de lo cual tenemos que comprender que, en el camino del desarrollo, el hombre tiene que hacerse un ser diferente, y tenemos que aprender y comprender en qué sentido y en qué dirección el hombre tiene que hacerse un ser diferente, es decir, qué significa ser un ser diferente.

Luego tenemos que comprender que no todos los hombres pueden desarrollarse y llegar a ser seres diferentes. La evolución es cuestión de esfuerzos personales, y en relación con la masa de la humanidad  la evolución es una rara excepción. Puede parecer extraño, pero debemos darnos cuenta que no sólo es rara, sino que cada vez está llegando a ser más y más rara.

...¿Por qué no se pueden desarrollar todos los hombres y llegar a ser seres diferentes? ¿Por qué tal injusticia?

La respuesta es muy sencilla. Porque no lo quieren. Porque no saben nada acerca de ello, y, aunque se les diga, sin una larga preparación, no podrán comprender lo que significa. 
La idea principal es que para hacerse un ser diferente un hombre debe quererlo mucho y por muy largo tiempo. Un deseo pasajero o vago, basado en el descontento con las condiciones exteriores, no creará el impulso suficiente.

La evolución del hombre depende de su comprensión de lo que puede conseguir, y de lo que tiene que dar para ello.

Si el hombre no lo quiere, o si no lo quiere con suficiente intensidad, y no hace los esfuerzos necesarios, nunca se desarrollará. De manera que en esto no hay injusticia. ¿por qué debería tener lo que no quiere?

Si al hombre se le forzara a convertirse en un ser diferente, cuando está satisfecho de lo que es, esto si sería entonces injusticia. (...)"

( Fuente: Psicología de la posible evolución del hombre. P. D. Ouspensky )


viernes, 17 de octubre de 2014

"AMOR"

"A veces me pregunto que es lo que ven, por qué se enamoran de mi. En lugar de hacer esa pregunta, que sería lo más simple (sobre todo para sobrealimentar complejos), me surge una nueva pregunta: ¿Por qué, o de qué, me enamoré yo?

Creo que a lo largo de mi corta pero intensa vida, y mirando con la perspectiva que da el tiempo, creo que puedo decir que pocas veces he rozado tan sublime sentimiento. Pues con lo que sé ahora, soy consciente de cuan atrevido era al afirmarlo con esa soltura nacida de la ingenuidad.

Pero, a pesar de ello, sigo pensando que lo he rozado con los dedos, lo he tocado, lo he olido... aunque no haya podido saborearlo. Porque, aun tergiversado por mi vacío emocional, había muchos (importantes) detalles), que ahora sé imprescindibles.  

Sé que necesito alguien que me mueva a todos los niveles (físico, emocional e intelectual) para poder plantearme algo. Busco alguien con un mundo interno y una sensibilidad que, el solo plantearme echar un ojo, me provoque vértigo. Solo podré amar realmente a alguien cuando su pasión y sensibilidad rezumen por cada poro de su piel, como si el agua de una tormenta rebosase de la presa que trata de contener tal torrente.

¿Lo más gracioso de todo?
Darme cuenta de que todo lo que busco en los demás es lo que anhelo de mi mismo."

Gonzalo Navarro Ruíz

viernes, 10 de octubre de 2014

"CADA DÍA"

miércoles, 24 de septiembre de 2014

TODO, SALVO LA VERDAD

La experiencia nos enseña que, en la lucha contra las enfermedades psíquicas, únicamente disponemos, a la larga, de una sola arma: encontrar emocionalmente la verdad de la historia única y singular de nuestra infancia.

Como bien dice Alice Miller, en su ensayo "El drama del niño dotado",
no podemos cambiar en absoluto nuestro pasado ni anular los daños que nos hicieron en nuestra infancia. Pero NOSOTROS sí podemos cambiar, "repararnos", recuperar nuestra identidad perdida.

Y podemos hacerlo en la medida en que decidamos observar más de cerca el saber almacenado en nuestro cuerpo sobre lo ocurrido en el pasado y aproximarlo a nuestra conciencia. Esta vía es, sin duda, incómoda, pero es la única que nos ofrece la posibilidad de abandonar por fin la cárcel invisible, y sin embargo tan cruel, de la infancia, y dejar de ser víctimas inconscientes del pasado para convertirnos en seres responsables que conozcan su historia y vivan con ella.

La mayoría de la gente hace justo lo contrario. No quieren saber nada de su propia historia y, por consiguiente, tampoco saben que, en el fondo, se hallan constantemente determinados por ella, porque siguen viviendo en una situación infantil no resuelta y reprimida. No saben que temen y evitan peligros que en algún momento fueron reales, pero dejaron de existir hace tiempo.

Son personas que actúan impulsadas tanto por recuerdos inconscientes como por sentimientos y necesidades reprimidas que, a menudo y mientras permanezcan inconscientes e inexplicadas, determinarán de forma pervertida casi todo lo que hagan o dejen de hacer.

jueves, 28 de agosto de 2014

SOBRE LA SALUD Y LA ENFERMEDAD

Según Reich, estamos enfermos, nuestra enfermedad es una enfermedad emocional que parte de la represión de nuestra energía vital. Esta represión comienza en el vientre materno y continúa avanzando en los siguientes años de vida, creando ya para los siete años una coraza muscular con la que, en adelante, nos defenderemos del mundo.

Esta coraza la construimos en su momento por necesidad, ya que estábamos en manos de pequeños hombrecitos y mujercitas, que a su vez tenían sus propias corazas que les impedían vernos en nuestra totalidad, como seres naturales y genuinos que éramos. Es más, nuestro ser genuino les recordaba al suyo estrangulado y eso los revolvía, así que pusieron todo su empeño en hacernos a su imagen y semejanza matando nuestra voz interior a través de la represión y el miedo. Así, los adultos con los que nos encontramos, padres, familiares, profesores... pusieron su impronta en nosotros.

De esto se deriva que en los momentos tempranos de nuestra vida no nos quedó otro remedio que defendernos agarrotándonos físicamente, con el correspondiente endurecimiento de nuestro carácter. Pero como con toda defensa, si construimos un muro nadie entra pero tampoco sale, teniendo como resultado un estancamiento, una rigidez que no permite el fluir energético necesario para interactuar con nuestro entorno, dando y recibiendo, intercambiando, en favor de la homeostasis que está en la base del crecimiento físico y psicológico del ser humano.

Es así que entorpecemos nuestro crecimiento natural y nos quedamos pequeños en muchos aspectos de nuestra vida y nos convertimos en pequeños hombrecitos y mujercitas sin voz propia que desconocen quienes son y se guían a ciegas por referentes erróneos que van en contra de la humanidad y de la vida. Porque estos son los referentes que conocemos, porque esto es lo que nos hicieron.

Pero el cuerpo es sabio, pugna por crecer y su intento de dominación no es gratuita, duele, duele en el cuerpo y duele en el alma y como dice Reich no podemos evitar sentirnos “miserables, pequeños, apestosos, impotentes, rígidos, vacíos, sin vida” y cuando esto sucede intentamos en un principio volcarlo contra el mundo, ya sea apropiándonos de todo lo que encontramos en el camino para llenar este vacío o empequeñeciendo a los demás para sentirnos más grandes. Es así como dañamos a los niños, a las parejas, a los amigos, a los países...es así como entramos en guerra y matamos la vida. Pero todo esto no nos hace sentirnos mejor, porque el vacío no se llena y nosotros no nos sentimos más grandes sino todavía más pequeños.

La salud comienza cuando estamos dispuestos a mirarnos y vernos en nuestra pequeñez y comenzamos el viaje en busca de nuestra voz interior perdida. Es aquí cuando contactamos con el concepto de responsabilidad.

domingo, 24 de agosto de 2014

Extracto del libro "El cuerpo nunca miente" de Alice Miller.

"Sólo cuando admití las emociones que tanto tiempo llevaban encerradas en mi cuerpo y pude sentirlas, fui liberándome poco a poco de mi pasado. Los sentimientos auténticos no pueden forzarse. Están ahí y surgen siempre por algún motivo, aunque éste suela permanecer oculto a nuestra percepción.

No puedo obligarme a querer a mis padres, o siquiera a respetarlos, cuando mi cuerpo se niega a hacerlo por razones que él mismo bien conoce. Sin embargo, cuando trato de cumplir el cuarto mandamiento me estreso, como me ocurre siempre que me exijo a mí misma algo imposible. Bajo este estrés he vivido prácticamente toda mi vida. Traté de crearme sentimientos buenos e intenté ignorar los malos para vivir conforme a la moral y al sistema de valores que yo había aceptado. En realidad, para ser querida como hija. Pero no resultó y, al fin, tuve que reconocer que no podía forzar un amor que no estaba ahí. Por otra parte, aprendí que el sentimiento del amor se produce de manera espontánea, por ejemplo con mis hijos o mis amigos, cuando no lo fuerzo ni trato de acatar las exigencias morales. Surge únicamente cuando me siento libre y estoy abierta a todos mis sentimientos, incluidos los negativos.

Comprender que no puedo manipular mis sentimientos, que no puedo engañarme a mí misma ni a los demás, fue para mí un gran alivio y una liberación. Sólo entonces caí en la cuenta de cuántas personas están a punto de desbaratar sus vidas porque intentan, como hacía yo antes, cumplir con el cuarto mandamiento sin percatarse del precio que sus cuerpos o sus hijos tendrán que pagar. Mientras los hijos se dejen utilizar, uno puede vivir hasta cien años sin reconocer su verdad ni enfermar a causa de su autoengaño.

Claro que, también, a una madre que admita que debido a las carencias de su infancia es incapaz, por mucho que se esfuerce, de amar a su hijo, se la tachará de inmoral cuando trate de articular su verdad. Pero yo creo que es precisamente el reconocimiento de sus sentimientos reales, desligados de las exigencias morales, lo que le permitirá ayudarse de verdad a sí misma y a su hijo, y romper el círculo del autoengaño.

Un niño, cuando nace, necesita el amor de sus padres, es decir, necesita que éstos le den su afecto, su atención, su protección, su cariño, sus cuidados y su disposición de comunicarse con él. Equipado para la vida con estas virtudes, el cuerpo conserva un buen recuerdo y, más adelante, el adulto podrá dar a sus hijos el mismo amor. Pero cuando todo esto falta, en el niño del pasado permanece de por vida el anhelo de satisfacer sus primeras funciones vitales; un anhelo que de adulto proyectará sobre otras personas. Por otra parte, cuanto menos amor haya recibido el niño, cuanto más se le haya negado y maltratado con el pretexto de la educación, más dependerá, una vez sea adulto, de sus padres o de figuras sustitutivas, de quienes esperará todo aquello que sus progenitores no le dieron de pequeño. Ésta es la reacción natural del cuerpo. El cuerpo sabe de qué carece, no puede olvidar las privaciones, el agujero está ahí y espera a que sea llenado.

Pero cuanto mayor se es, más difícil es obtener de otros el amor que tiempo atrás uno no recibió de los padres. No obstante, las expectativas no desaparecen con la edad, todo lo contrario. Las proyectaremos sobre otras personas, principalmente sobre nuestros hijos y nietos, a no ser que tomemos conciencia de este mecanismo e intentemos reconocer la realidad de nuestra infancia lo más a fondo posible acabando con la represión y la negación. Entonces descubriremos en nosotros mismos a la persona que puede llenar esas necesidades que desde nuestro nacimiento, o incluso desde antes, esperan a ser satisfechas; podremos darnos a nosotros mismos la atención, el respeto, la comprensión de nuestras emociones, la protección necesaria y el amor incondicional que nuestros padres nos negaron.

Para que eso suceda, necesitamos experimentar el amor hacia ese niño que fuimos; de otra manera, no sabremos dónde está ese amor. Si queremos aprender esto en las terapias, necesitamos dar con personas capaces de aceptarnos tal como somos, de proporcionarnos la protección, el respeto, la simpatía y la compañía que necesitamos para entender cómo hemos sido, cómo somos. Esta experiencia es indispensable para que podamos aceptar el papel que desempeñaron los padres en relación con el niño antes menospreciado. Un terapeuta que se haya propuesto «modelarnos» no puede procurarnos esta experiencia, y tampoco un psicoanalista que haya aprendido que, frente a los traumas de la infancia, uno debe mostrarse neutral e interpretar como fantasías nuestros relatos. No; necesitamos precisamente lo contrario, es decir, un acompañante parcial, que comparta con nosotros el horror y la indignación cuando, paso a paso, nuestras emociones vayan revelándonos (al acompañante y a nosotros mismos) cómo sufrió ese niño y por lo que tuvo que pasar, completamente solo, mientras su alma y su cuerpo luchaban por la vida, esa vida que durante años estuvo en constante peligro. Un acompañante así, al que yo llamo «testigo cómplice», es lo que necesitamos para conocer y ayudar al niño que llevamos dentro, es decir, para entender su lenguaje corporal e interesarnos por sus necesidades, en lugar de ignorarlas, como hemos hecho hasta ahora y como hicieron nuestros padres en el pasado.

Lo que acabo de decir es muy realista. Con un buen acompañante, que sea parcial y no neutral, uno puede encontrar su verdad. Durante el proceso, puede liberarse de sus síntomas, curarse de la depresión y ver cómo aumentan sus ganas de vivir, salir de su estado de agotamiento y sentir que su energía crece en cuanto deje de necesitarla para reprimir su verdad. El cansancio típico de la depresión aparece cada vez que reprimimos nuestras emociones intensas, cuando minimizamos los recuerdos del cuerpo y no queremos prestarles atención.

¿Por qué estas evoluciones positivas se dan más bien poco? ¿Por qué la mayoría de la gente, especialistas incluidos, prefiere creer en el poder de los medicamentos a dejarse guiar por el cuerpo? Es el cuerpo el que sabe con exactitud lo que nos falta, lo que necesitamos, lo que tuvimos que soportar y lo que nos provocaba en nosotros una reacción alérgica. Pero muchas personas prefieren recurrir a los medicamentos, las drogas o el alcohol, con lo que el camino hacia la verdad se les cierra aún más. ¿Por qué? ¿Porque reconocer la verdad duele? Eso es indiscutible. Pero esos dolores son pasajeros y soportables, si se cuenta con una buena compañía. El problema que veo aquí es que falta esa compañía, porque da la impresión de que casi todos los facultativos de la asistencia médica, debido a nuestra moral, tienen grandes dificultades para apoyar al niño en otros tiempos maltratado y reconocer cuáles son las consecuencias de las heridas tempranamente sufridas. Están bajo la influencia del cuarto mandamiento, que nos obliga a honrar a nuestros padres «para que las cosas nos vayan bien y podamos vivir más años»."

Alice Miller, "El cuerpo nunca miente".