En mi opinión, el origen de la envidia se genera en la
infancia debido a la ausencia de una educación basada en el respeto y el amor
hacia nosotros mismos.
Lo que percibimos así, es una falta de comprensión y de
valorización de la que no somos conscientes a priori, haciéndonos sentir que
nuestra existencia es molesta y por ello no somos queridos.
Lo aprendido, por tanto, forja nuestra personalidad
alejándonos de nuestra verdadera esencia y creando un vacío afectivo que nos
hará buscar desesperadamente la posesión del otro, creyendo que ésta aliviará
nuestro profundo sufrimiento.