lunes, 14 de marzo de 2016

¿DETESTAS RUBORIZARTE CON FACILIDAD?. QUIZÁS CAMBIES DE IDEA...


verguenzaQué fastidio cuando nos ponemos rojos, y además nos lo dicen. La situación empeora entonces, porque más bochorno nos da y más rojos nos ponemos. El solo hecho de que nos adviertan que estamos sonrojándonos, aunque esto no sea cierto, ya es suficiente para provocarnos esta reacción fisiológica, según las últimas investigaciones.

El rubor facial es un indicador no verbal de que la persona está experimentando la emoción de pudor o vergüenza intensa en presencia normalmente de otras personas. Percibimos cierta incomodidad y temor a hacer el ridículo y nuestro sistema nervioso simpático se hiperactiva, el ritmo cardíaco se acelera y el calor invade nuestro rostro. También está asociado a ciertos niveles de sorpresa, ira, alegría y excitación sexual.

Para algunas personas es ciertamente un problema grave y desarrollan una conducta fóbica (eritrofobia) que les impide relacionarse con facilidad y condicionan sus vidas por miedo a la ansiedad que les produce ruborizarse. Tal es el grado de terror ante esta situación que muchos se deciden por una intervención quirúrgica para evitarlo, mediante la simpatectomía endoscópica torácica (¡ahí es nada!), normalmente utilizada también para paliar la hiperhidrosis (exceso de sudoración).

Lo que quizás no sepan estos sufridores es que sonrojarse tiene ciertas ventajas sociales, concretamente en cómo nos perciben los demás cuando lo hacemos. Y es que este enrojecimiento tiene tres características que lo hacen especial: no lo podemos controlar, es imposible de fingir y es una característica únicamente humana; no hay animal en el mundo que se sonroje cuando sienta pudor.

El rubor es lo contrario a la frialdad, a la intención de manipular, es algo que una inteligencia maquiavélica y oscura, con malas intenciones, no haría jamás. Por tanto, hay evidencias experimentales de que preferimos a la gente que se ruboriza, para quién se sonroja en público, automáticamente se le asocian características como la calidez humana, la sinceridad y la honestidad, se perciben como personas más cooperativas e incluso, resultan más atractivas.

“Tras una transgresión, percibimos como más empático y digno de confianza a alguien que se pone colorado”, explica Peter J. de Jong, profesor de psicología experimental en la Universidad de Groninga (Holanda) en su libro The psychological significance of the blush’.

En esta línea, un estudio de Peter Drummond, profesor de psicología de la Universidad de Murdoch (Australia) y uno de los científicos que más ha publicado sobre el tema, ha demostrado que el rubor se produce independiente del color de la piel, “aunque la gente con piel más oscura se preocupa menos de sonrojarse que la de piel clara” asevera el experto. “Así mismo, las mujeres se sonrojan un poco más que los hombres, pero todavía no sabemos por qué”.

Por tanto, si esta reacción antes indeseable te vuelve a ocurrir, recuerda que estás mostrándole a tu interlocutor tu lado más humano y que evocarás en él confiabilidad, calidez y bondad. Podría ser especialmente interesante si detectáramos esta conducta en alguno de nuestros representantes políticos, aún después de un acto socialmente reprochable, podríamos inferir un resquicio de arrepentimiento, de sentimiento real de culpa y de aflicción sincera ante la falta cometida y serían percibidos por la ciudadanía como seres más naturales, francos y veraces.

Está difícil pero seguiremos atentos…



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