Es habitual buscar una y otra vez la aprobación de los demás, y esto sucede porque carecemos de nuestro propio reconocimiento. Hay que tener en cuenta que esta búsqueda resulta inútil ya que es imposible creer en la valoración que viene del exterior si no tenemos claro cómo somos realmente o en qué nos hemos convertido en función de las circunstancias que nos ha tocado vivir.
Ya nos pueden valorar por cualquier cosa que hagamos o ensalzar alguna de nuestras mejores cualidades que, en un primer momento, nos agradará pero, al poco tiempo, sentiremos desconfianza e, incluso, pensaremos que no es cierto.
Por tanto, se ponen de manifiesto los sentimientos de inferioridad que se han ido gestando a partir de la primera infancia si nuestra educación se ha caracterizado, sobre todo, por la incomprensión de nuestros progenitores de nuestra manera de ser, de contemplar el mundo, de sentir, en definitiva, de nuestra esencia.
Las consecuencias, por tanto, a medio y largo plazo, de esta situación, provocan sentimientos de impotencia y frustración dañando considerablemente la autoestima y generando un concepto muy negativo de nosotr@s mism@s.
La solución para erradicar estos sentimientos negativos requiere un trabajo basado en el autoconocimiento y la puesta en práctica de instrucciones muy concretas para empezar a creer que es posible conseguir todo aquello que deseamos y creímos imposible alcanzar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios